La fe no es un plan
Cómo la espera pasiva puede hundirte en los negocios.
¿Conoces la parábola (chiste) de Dios y la inundación?
Un día, un hombre devoto estaba sentado tranquilamente en su casa cuando comenzó una terrible tormenta. Pronto, las aguas empezaron a subir e inundaron la calle.
Un vecino pasó con un todoterreno y le gritó: "¡Sube! ¡Te llevaré a un lugar seguro!" El hombre respondió: "No, gracias. Tengo fe en que Dios me salvará."
Las aguas siguieron subiendo, inundando la planta baja. El hombre subió al primer piso. Un barco de rescate pasó y el capitán le dijo: "¡Sube a bordo! ¡Te llevaremos a tierra firme!" El hombre volvió a declinar: "No hace falta, Dios velará por mí."
Finalmente, con el agua llegando al tejado, un helicóptero sobrevoló la casa. El piloto le lanzó una escalera de cuerda gritando: "¡Agárrate fuerte! ¡Te sacaremos de aquí!" Por tercera vez, el hombre rechazó: "Gracias, pero Dios me salvará. Estoy seguro!"
Poco después, el hombre se ahogó. Cuando llegó al cielo, preguntó a Dios: "Señor, tenía tanta fe en Ti... ¿Por qué no me salvaste?"
Dios suspiró y le respondió: "Hijo mío, ¿qué más querías que hiciera? Te he enviado un todoterreno, un barco e, incluso, un helicóptero!"
Este historia siempre me recuerda a un empresario al que acompañé en la dirección de su empresa familiar, y que a pesar de verse en un problema grave durante la gran recesión del año 2008, no pidió ayuda hasta 2015. Hasta entonces, socios, profesionales y trabajadores le habían dado herramientas para superar la crisis, pero él siempre tenía una excusa para no cambiar. Recibió una inyección económica para comprar una nueva máquina que permitiera hacer un producto que con las antiguas no se podía hacer, y decidió gastar el dinero en gasto corriente. Le prepararon un plan de marketing para conseguir nuevos clientes y abrir nuevos mercados que se quedó en un cajón de su escritorio porque "aún no era el momento". Y un magnífico trabajador de la competencia que quedó libre, pero que mi cliente decidió rechazar hasta que llegaran tiempos mejores.
"¿Qué quiere decir tiempos mejores?" le pregunté. "¿Cómo sabrás detectarlos?"
Finalmente, gracias a su mujer y a sus hijos conseguimos desbloquear la situación, pero ya era demasiado tarde, y la empresa ya perdía demasiado dinero para salvarla de un concurso de acreedores que se volvió inevitable. Pero incluso entonces, negaba la solución del concurso, que era la única que le quedaba, si no quería arriesgar su patrimonio familiar. Transigió, e hicimos el concurso que, desgraciadamente, acabó con el cierre de la empresa.
Pero podría no haber sido así.
A veces, como dice el dicho, los árboles no nos dejan ver el bosque. Y es entonces cuando hay que, no solo rodearse de personas que se atrevan a decirnos la verdad y que nos ayuden a diagnosticar correctamente la situación, sino también tomar decisiones que, por difíciles que sean, pueden ser la única salida viable para la empresa y nuestra familia.
Como le escuché decir a mi padre a uno de sus clientes: "nunca te cases con la empresa."
Tu 1%
¿Qué decisión importante estás posponiendo porque esperas algo que no sabes si llegará ni en qué forma? Normalmente, estas grandes decisiones no interfieren con una potencial "aparición" divina, sino que las favorecen. Tenlo presente.
© Oriol López 2024