20 minutos
Decía Winston Churchill que no hay un problema tan complejo que no pueda ser resuelto en 20 minutos.
Esto le llevaba a hacer las reuniones semanales con la Reina de pie y con el foco puesto en la decisión. A menudo, nos encontramos en reuniones interminables derivadas de tres errores:
- Necesitamos más información;
- cuanto más pensamos más claro vemos; y
- la solución no puede ser evidente.
El otro día, un cliente mío no dejaba de darle vueltas al mismo asunto: una trabajadora que no cumplía desde hacía meses. "Sabiendo lo que sabes, ¿la contratarías de nuevo?" le pregunté. Me dijo que no. "Y, si mañana te dijera que marcha, ¿te supondría un problema grave en la empresa?" Nuevamente, la respuesta fue que no.
Entonces, le dije, no necesitamos saber más de lo que sabemos, seguir dando vueltas no nos ayudará a verlo más claro y el despido es la decisión obvia.
Mis clientes saben que una llamada semanal de 15-20 minutos es mucho más valiosa para ellos que una reunión mensual de 2-3 horas, para que una lleva a la toma de decisiones y la otra a la deliberación. Tan sencillo como eso.
No te compliques la vida. El valor no está en la cantidad de tiempo que dedicas a un asunto, sino en la capacidad que tienes de hacerlo realidad.
© Oriol López Villena 2021